- Parece no pesar demasiado y viniendo de un país dónde se levantan grandes piedras por afición... no debiera tener problemas para levantarla.- Pienso.
Aprovecho que no se ve a nadie por alrededor, y confiado voy a por la primera alzada.
Primer intento... nulo.
Posiciono mejor mis pies, coloco recta mi espalda...
Hasta mis oídos llegan unas risitas femeninas. Enseguida se acerca una joven (doce años) y con tanto descaro como soltura, me muestra lo sencillo que resulta levantar la carga.
Pero lo mas bochornoso está por llegar. Acto seguido, se acerca su hermana de apenas 9 años y con una enorme sonrisa y gran facilidad, golpea de nuevo mi decrépito orgullo.
Con dolor de cuello, las mejillas sonrojadas y sintiéndome un pitxulín, cojo mi liviana mochila y continúo mi camino.
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