Para quitarse el sombrero.

Durante el camino por las montañas nos cruzamos con numerosos porteadores. Sobre sus espaldas, pesadas cargas que superan los 40 kilos. Nos invade una mezcla de culpa, admiración, impotencia y respeto.
Durante el descenso encuentro apoyada en una chautara una cesta cargada con mazorcas de maiz.
- Parece no pesar demasiado y viniendo de un país dónde se levantan grandes piedras por afición... no debiera tener problemas para levantarla.- Pienso.
Aprovecho que no se ve a nadie por alrededor, y confiado voy a por la primera alzada.
Primer intento... nulo.
Posiciono mejor mis pies, coloco recta mi espalda...
Hasta mis oídos llegan unas risitas femeninas. Enseguida se acerca una joven (doce años) y con tanto descaro como soltura, me muestra lo sencillo que resulta levantar la carga.
Pero lo mas bochornoso está por llegar. Acto seguido, se acerca su hermana de apenas 9 años y con una enorme sonrisa y gran facilidad, golpea de nuevo mi decrépito orgullo.

Con dolor de cuello, las mejillas sonrojadas y sintiéndome un pitxulín, cojo mi liviana mochila y continúo mi camino.

No hay comentarios: